Visitas

lunes, 28 de noviembre de 2011


LA HUMANIDAD NO PUEDE LIBERARSE DE LA VIOLENCIA
MÁS QUE POR MEDIO DE LA NO VIOLENCIA.
(MAHATMA GANDHI)

El pasado viernes 18 de noviembre, y como ya viene siendo tradicional en nuestro centro, proclamamos de forma unánime nuestra repulsa por la violencia de género.
El acto, sencillo pero muy emotivo, organizado por la profesora María Clara Burgos Moreno, consistió en la lectura de dos poemas (escritos por María Durán Moleón y María Ruiz Ariza, alumnas de 1º ESO B); en la recitación de un rap compuesto y entonado ex profeso por Manuel Mateo Narváez Marín, alumno de 2º ESO B; y en la lectura de un manifiesto que recogía nuestro rechazo de cualquier acto violento, lectura que llevaron a cabo Nathan Pajares Nieva (alumno de 2º ESO A), María García López (alumna de 2º ESO B), Carla Muñoz Hernández (alumna de 3º ESO) y Adrián Muñoz Hernández (alumno de 4º ESO).
Finalmente, y como demuestra la fotografía con la que se abre esta actualización, todo el alumnado y el profesorado del IES Bulyana sacamos tarjeta roja a los maltratadores.
Y nos despedimos con el vídeo con el que el alumnado de 4º ESO ha decidido sumarse a la actividad que Canal Sur promueve: la grabación de su ya mítico villancico.
¡Hasta pronto!

jueves, 17 de noviembre de 2011


DESDE LA INFANCIA DA SEÑALES EL INGENIO.
(SÉNECA)

Segunda entrega de los recuerdos de infancia de nuestro alumnado. Hoy, dos textos más.

Cuando era pequeño, tenía un balón de peluche con el que dormía por las noches y creía que, practicando con él, sería algún día un futbolista profesional.
Cuando estaba de viaje, cuando veía la tele, cuando cenaba... hasta cuando me cepillaba los dientes, siempre lo llevaba conmigo.
Pero, un día, le di una patada y se coló en la casa de al lado.
En esa casa no había nadie en ese mismo momento. Sí apareció un perro que, al caer el balón, lo mordió, lo sacudió y lo destrozó.
Mi madre dijo que me iba a comprar otro. Pero yo quería el mío y, si no lo conseguía, no quería ningún otro.
Daniel del Moral Muriel

Mi recuerdo de la infancia no es una cosa, sino que es un animal: mi cotorra. Se llamaba Curro. Jugábamos al fútbol con balones chiquititos, al escondite, al pilla¡-pilla, al helicóptero y a hacernos el muerto. También me gustaba enfadarlo y jugar a las peleas, mis dedos contra su pico.
Un día nos lo llevamos al bar del primo de mi padre. Curro bebía coca-cola en una chapa y yo en un vaso.
Era muy cariñoso. Un día aprendió a decir la palabra "niños". Cuando me iba al colegio, me perseguía para jugar. Incluso en una ocasión se metió en mi mochila, que estaba abierta y sin preparar. Menos mal que me di cuenta.
Un día, mientras jugábamos al fútbol, se fue volando. Lloroso lo busqué y no lo encontré.
Yo creo que aún vive en algún hermoso lugar.
José Antonio Leyva Torices

miércoles, 9 de noviembre de 2011


QUIEN LLEVE SU INFANCIA CONSIGO,
PERMANECERÁ JOVEN PARA SIEMPRE.
(ABRAHAM SURZKEVERY)

Publicamos hoy dos textos elaborados por nuestro eximio alumnado escritor. Dichos textos versan sobre los recuerdos de la infancia. Esperamos que resulten de vuestro agrado.

Era mi fiel compañera en noches frías, en momentos de tristeza.

Cuando el dolor y la angustia de no tener el calor materno me invadía, ella, con su pelo de lana, me protegía. Nunca olvidaré el dibujo que tenía, un Micky Mouse que sonreía, un filo de lana más gruesa para agarrarme mejor y un interior lleno de color y alegría.

Miles de historias ella contaría si tuviese boca y yo, al recordarlas, el niño más feliz sería.

Lástima que eso se quedó en una absurda utopía de una manta hermosa,grande y calentita que me acompañará el resto de mi vida;mi manta azul cobalto tenía algo especial que me conmovía: era la manta de un bebé.

Me acompañó durante nueve años; desapareció o tal vez me la robaron durante mi “Odisea” a España pero...mi manta siempre estará conmigo.

MATEO NARVÁEZ MARÍN


De pequeña tenía un precioso yoyó de color morado; en él había dibujada una cara que me sonreía todos los días y yo pensaba que estaba contento porque lo cuidaba muy bien.

Mi yoyó era como un ascensor que por más que subiese o bajase nunca se rompía;podía recorrer el mundo con él a ras del suelo. Era como una marioneta que sólo yo podía manejar.

Recuerdo que siempre lo olía no sé por qué lo hacía, pero me encantaba. Hoy sí lo sé ,su aroma huele a amistad y a niñez. Desgraciadamente , un día perdí esa fragancia y ahora recuerdo con nostalgia cada momento que pasé con él, con ese pequeño ser que, aunque no hablaba, siempre me sacaba una sonrisa, incluso en los peores momentos.

MARÍA GONZÁLEZ LOZANO