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jueves, 5 de mayo de 2011




EL PLACER DE ESCRIBIR ES EL MISMO DE LEER,


SUBLIMADO POR UNAS GOTAS MÁS DE INTIMIDAD.


(STENDHAL)



Surgió como un juego de rima en clase, y nuestro eximio vate Mateo Narváez ecribió:



Es tan largo el sendero

del desierto... Espero

no seguir con este mal agüero.



Viajero, me molesto, no quiero

seguir preso por el mero

hecho de volar sin salir de este lugar. Molinero,

hieren tus aspas que giran este corazón entero.


Dicen de mi carne de ternero,

dicen de mí, caballero de este oscuro sendero,

dicen de mí, aduanero pesetero.


No veo de mí un futuro negro. Hiero

con mis sentimientos. ¡Espero y espero!

Reitero, enfadado me encuentro: ¡Caballero!


Grito y grito y no consigo aliviar esta falsa sensación de carne de ternero,
causado por la hoja del carnicero.

¿No sabéis a lo que me refiero?


Me gustaría despertar y escuchar un ¡Te quiero!,

y echar a volar por el mundo entero.


Como si fuera un camionero,

quiero ir de lugar en bar y conocer el sendero

que me atrajo a este lugar. ¡Lugareño!


Quiero chillar, quiero llevar una vida normal, pero...

siempre hay personas que no me dejan avanzar.

Piensan que me atrapan, pero no se dan cuenta

de que soy yo el que se escapa.


Siempre pienso que amar es el paraíso

en el que cualquier ser humano siempre quiso entrar.


Conocer la libertad: ese es mi gran sueño,

un sueño que sólo lo vivo cuando duermo...

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