Visitas

lunes, 15 de octubre de 2012


EL ALMA QUE HABLAR PUEDE CON LOS OJOS,
TAMBIÉN PUEDE BESAR CON LA MIRADA.
(GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER)

En sintonía con la anterior entrada, os volvemos a ofrecer un fragmento de otra leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer, en este caso de la magistral Los ojos verdes.
El texto recoge el momento en que el protagonista, Fernando, describe a su siervo Íñigo el lugar en el que asegura haber encontrado la respuesta a sus aspiraciones de amor: la Fuente de los Álamos:

Tú no conoces aquel sitio. Mira: la fuente brota escondida en el seno de una peña, y cae, resbalándose gota a gota, por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna. Aquellas gotas, que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre los céspedes y, susurrando, susurrando, con un ruido semejante al de las abejas que zumban en torno a las flores, se alejan por entre las arenas y forman un cauce, y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre sí mismas, saltan, y huyen, y corren, unas veces con risas; otras, con suspiros, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre el peñasco a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa, para estancarse en una balsa profunda cuya inmóvil superficie apenas riza el viento de la tarde.
Todo allí es grande. La soledad, con sus mil rumores desconocidos, vive en aquellos lugares y embriaga el espíritu en su inefable melancolía. En las plateadas hojas de los álamos, en los huecos de las peñas, en las ondas del agua, parece que nos hablan los invisibles espíritus de la Naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espíritu del hombre.
Cuando al despuntar la mañana me veías tomar la ballesta y dirigirme al monte, no fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas... no sé qué, ¡una locura! El día en que saltó sobre ella mi Relámpago, creí haber visto brillar en su fondo una cosa extraña.., muy extraña..: los ojos de una mujer.

La locura de Fernando tendrá sus trágicas consecuencias, pero, para conocerlas, deberéis leer por completo esta leyenda. ¡Disfrutadla!

lunes, 1 de octubre de 2012


NO TENGAS MIEDO A LA VERDAD:
PUEDE DOLER MUCHO, PERO ES UN DOLOR SANO.
(ALEJANDRO CASONA)

Como quien no quiere la cosa, ya estamos en octubre.

Y qué mejor que degustar un fragmento de una de las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, paladín del Romanticismo español. Se trata de una de las lecturas recomendadas para 4º de E.S.O., El Monte de las Ánimas. En este fragmento, el protagonista, Alonso, narra a su prima Beatriz la macabra maldición que pesa sobre este emplazamiento soriano.

Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la conquistaron.
     Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus enemigos.
     Cundió la voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a quienes se quiso exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse.
     Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche.

¿Cómo afectará esta leyenda a la existencia de Alonso y Beatriz? Ya sabéis dónde podéis encontrar la respuesta.

Hasta pronto.

jueves, 20 de septiembre de 2012


UNO SE PIERDE MUCHAS RISAS
POR NO REÍRSE DE SÍ MISMO.
(SARA JEANNETTE DUNCAN)

Y, curiosamente, coincidiendo con el inicio del curso, llegamos al final de nuestro Anfitrión. El acto XI, a modo de epílogo, fue también creado expresamente para nuestra representación. Ambientado una vez más en el Olimpo, los dioses y diosas son testigos de la reprimenda de Hera (María Linares) hacia su esposo Zeus (Raúl Páramos). Sobre el escenario nos encontramos con Atenea (Laura Moreno), Diana (Miriam Ríos), Venus (Victoria Huertas), las tres Musas (María García, Marta Marruecos y Laura Medina), Apolo (Ángel Molina) y Mercurio (Antonio Rodríguez). Este último tendrá, además, la misión de dirigirse al público para poner punto y final a la obra, apelando a su magnanimidad y pidiendo el aplauso.

Ahora, a pensar en la obra de este año. Ya hay ideas...

¡Buen comienzo de curso!  

martes, 11 de septiembre de 2012






UNA GRAN SONRISA ES UN BELLO ROSTRO DE GIGANTE.
(CHARLES BAUDELAIRE)

Festival de fotografías para describir el acto X (en la obra original el último, no así en nuestra adaptación).

De igual manera que en el texto en el que nos inspiramos, se trata de un acto muy complejo tanto por su duración como por su continuo entrar y salir de personajes. Todo esto se intentará explicar a partir de las cinco fotografías.

Fotografía 1: El general Anfitrión (Adrián Muñoz) intenta por enésima vez entrar en su hogar. Y, de nuevo, el dios Mercurio (Antonio Rodríguez), bajo la apariencia del esclavo Sosias, se lo impide a base de insultos y mamporros.

Fotografía 2: Mercurio vuelve al interior de la casa y es entonces cuando, en escena, aparece el verdadero Sosias (Nathan Pajares) acompañado del poeta Orfeo (Christian Pérez). Desconcertado y sumamente enojado, Anfitrión la emprende a golpes con su esclavo mientras el poeta intenta que la sangre no llegue al río.

Fotografía 3: A punto de poner el pie en su domicilio, Anfitrión es detenido violentamente por el dios Zeus (Raúl Páramos), que se mantiene bajo la apariencia del militar. El desconcierto de todos los presentes es demencial al contemplar, cara a cara, a dos Anfitriones. El singular duelo acabará con el verdadero Anfitrión tirado por los suelos a causa de un fulminante rayo del dios.

Fotografía 4: Después de ser socorrido por las parteras Bromia y Briontes (Andrea Cámara y Coraima Oliva), el general Anfitrión escuchará de sus bocas cómo Alcmena ha parido milagrosamente a dos niños muy distintos (uno de ellos Hércules, hijo de Zeus, el cual ya ha llevado a cabo en la cuna alguna que otra acción heroica).

Fotografía 5: Anfitrión por fin comprende que ha sido víctima de los ardides del poderoso Zeus y acepta con resignación la cornamenta divina. Así que se reconcilia con su esposa Alcmena (Tatiana Heredia) ante la todavía asombrada mirada de la servidumbre (incluidas Medusa -Carla Muñoz- y Gorgona -Eva María Márquez-).

La próxima semana, y coincidiendo con el inicio del curso, pondremos punto y final a esta serie de entradas mediante el epílogo que se creó para la representación.

¡Hasta ya!

miércoles, 5 de septiembre de 2012


QUIEN NO SABE SONREÍR, NO ES PERSONA SERIA.
(LUIS ORIONE)

Llegó el momento del acto IX, que aunque no es el final de la obra sí fue el último en ser escrito: otra escena creada expresamente para nuestra versión del Anfitrión, de Plauto.
Si hubiera que denominarlo de alguna forma, sería con el apelativo del "acto de la servidumbre", dado que se desarrolla en las dependencias de los esclavos de la casa del general tebano. Allí las parteras Bromia y Briontes (Andrea Cámara y Coraima Oliva) esperan el momento de atender a Alcmena mientras las esclavas Medusa y Gorgona (Carla Muñoz y Eva María Márquez) muestran su nerviosismo por el desarrollo de los acontecimientos. Y esto es lo que refleja la primera imagen.

En la segunda fotografía, el esclavo Sosias (Nathan Pajares) se une a sus compañeras para merendar, momento que las diosas Venus (Victoria Huertas) y Diana (Miriam Ríos), invisibles a los ojos de los humanos, aprovechan para incordiar con pesadas bromas a los esclavos.

La próxima semana, el acto X... ¡el desenlace!

Ya va quedando menos tiempo de ocio puro y duro.

miércoles, 29 de agosto de 2012



EL HUMOR ES UNA LÓGICA SUTIL.
(HORACIO)

El acto VIII de nuestro Anfitrión es, convenientemente adaptado, fiel al espíritu original de la obra. En él Alcmena (Tatiana Heredia) decide abandonar a su marido. Zeus (Raúl Páramos), una vez más bajo la apariencia del general a los ojos de Alcmena, logra disuadirla de su decisión. De ahí el abrazo cariñoso (entre otras carantoñas) con que sellan la reconciliación, abrazo que recoge la primera fotografía.

Y, como muestra la segunda imagen, el esclavo Sosias (Nathan Pajares) asume resignado el enésimo cambio de humor de la pareja.

¡Ya se acerca el desenlace!

¡Hasta pronto! 

miércoles, 22 de agosto de 2012

MUCHAS VECES AYUDÓ UNA BROMA
DONDE LA SERIEDAD SOLÍA OPONER RESISTENCIA.
(PLATÓN)

Y le llegó el turno al acto VII, otro de los creados expresamente para la obra. Éste se desarrolla en la casa de Valerius, embajador de Roma en Tebas. A ella acuden, como muestra la primera fotografía, Anfitrión (Adrián Muñoz) y Sosias (Nathan Pajares) con la intención de que Valerius les ayude a entender lo que sucede con Alcmena. Pero el embajador les arrastrará a presenciar un absurdo casting para elegir al mejor animador de fiestas. De esta manera, en la segunda fotografía aparecen los aspirantes a dicho puesto: el propio Sosias, el poeta Orfeo (Christian Pérez) y las esclavas Gorgona (Eva María Márquez) y Medusa (Carla Muñoz).

Sin duda, este acto resulta uno de los más divertidos de la obra, pues se incluyen canciones entonadas en falsete y chistes pésimos, aparte de un número musical al más puro estilo Broadway que ejecuta el embajador. Pero al César lo que es del César: el acto VII es el resultado de la adaptación de un gag que aparecía en la primera temporada de la serie de televisión Museo Coconut. Y es que al adaptador siempre le agrada incluir en sus adaptaciones alguna trama de humor disparatado.

¡Hasta pronto!